Filosofía de la Edad Media
Se denomina filosofía medieval a la filosofía dada en Europa y el Oriente Medio durante el período conocido como Edad Media, periodo que se extiende desde la caída del Imperio Romano de
Occidente en el siglo V hasta el descubrimiento
de América en el año 1492.
Desde un punto de vista
histórico, la Edad Media se extiende desde la caída del Imperio Romano de
Occidente hasta el descubrimiento de
América, pero temáticamente, según autores
como Gilson, la filosofía medieval se inicia en el siglo II con el diálogo entre la filosofía helenística y las grandes
religiones monoteístas. Por esto algunos autores sostienen que la filosofía
antigua pierde su antigua autonomía y deviene ancilla Theologiae, vale decir, pasa
a estar subordinada o con una actitud servil con respecto a la especulación religiosa.
Los problemas fundamentales
discutidos durante este periodo fueron la relación entre la fe y la razón, la naturaleza y existencia de Dios, los límites del conocimiento y la libertad en el hombre, la naturaleza de los universales y la individuación de las sustancias divisibles e
indivisibles.
La patrística es la fase en la historia de la
organización y la teología cristiana que abarca desde el fin del cristianismo
primitivo, con la consolidación del canon neotestamentario, hasta alrededor del
siglo VIII. Además de la elucidación progresiva del dogma cristiano, la
patrística se ocupó sobre todo de la apología o defensa del cristianismo frente
a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas
que darían lugar a las herejías luego.
El
cristianismo es difundido masivamente por varios profetas, tomando fuerza entre
la población y desplazando a las religiones politeístas.
Su
nombre deriva de los padres de la Iglesia, los teólogos cuya interpretación
dominaría la historia del dogma. La influencia apologética se debió entre otras
cosas al ataque hostil, y por penetrar en los datos de la revelación, el de
formarse una imagen totalizadora del mundo y de la vida humana a la luz de la
fe. El progreso de lo implícito a lo explicito fue un progreso en la ciencia
teológica; en el proceso de argumentación y definición se emplearon conceptos y
categorías tomados de la filosofía. La filosofía imperante era el platonismo,
neoplatonismo (con toque estoico).
Los
escritores cristianos no hicieron distinción entre filosofía y teología. Éstos
mostraron una divergencia de actitud ante la filosofía clásica: como enemiga o
como utilidad.
Relaciones entre Razón y Fe
1. La relación del
cristianismo con la filosofía viene determinada, ya desde sus inicios, por el
predominio de la fe sobre la razón. Esta actitud queda reflejada en el "Credo ut intelligam" de San
Agustín, tributario en este aspecto del "Credo quia absurdum est" de
Tertuliano, y que se transmitirá a lo largo de toda la tradición filosófica
hasta Santo Tomás de Aquino, quien replanteará la relación entre la fe y la
razón, dotando a ésta de una mayor autonomía.
2. No obstante, también
santo Tomás será, en este sentido, deudor de la tradición filosófica cristiana,
de carácter fundamentalmente agustiniano, aceptando el predominio de lo
teológico sobre cualquier otra cuestión filosófica, así como los elementos de
la fe que deben ser considerados como imprescindibles en la reflexión
filosófica cristiana: el creacionismo, la inmortalidad del alma, las verdades
reveladas de la Biblia y los evangelios, y otros no menos importantes que
derivan de ellos, como la concepción de una historia lineal y trascendente, en
oposición a la concepción cíclica de la temporalidad típica del pensamiento
clásico.
3. Sin embargo, esa relación
de dependencia de la razón con respecto a la fe será modificada sustancialmente
por santo Tomás de Aquino. A lo largo del siglo trece, el desarrollo de la
averroísmo latino había insistido, entre otras, en la teoría de la "doble
verdad", según la cual habría una verdad para la teología y una verdad
para la filosofía, independientes una de otra, y cada una con su propio ámbito
de aplicación y de conocimiento. La verdad de la razón puede coincidir con la
verdad de la fe, o no. En todo caso, siendo independientes, no debe interferir
una en el terreno de la otra. Santo Tomás rechazará esta teoría, insistiendo en
la existencia de una única verdad, que puede ser conocida desde la razón y
desde la fe.
4. Sin embargo, reconoce la
particularidad y la independencia de esos dos campos, por lo que cada una de
ellas tendrá su objeto y método propio de conocimiento. La filosofía se ocupará
del conocimiento de las verdades naturales, que pueden ser alcanzadas por la
luz natural de la razón; y la teología se ocupará del conocimiento de las
verdades reveladas, de las verdades que sólo puede ser conocidas mediante la
luz de la revelación divina. Ello supone una modificación sustancial de la
concepción tradicional (agustiniana) de las relaciones entre la razón y la fe.
La filosofía, el ámbito propio de aplicación de la razón deja, en cierto
sentido, de ser la "sierva" de la teología, al reconocerle un objeto
y un método propio de conocimiento. No obstante, santo Tomás acepta la
existencia de un terreno "común" a la filosofía y a la teología, que
vendría representado por los llamados "preámbulos" de la fe (la
existencia y unidad de Dios, por ejemplo). En ese terreno, la filosofía
seguiría siendo un auxiliar útil a la teología y, en ese sentido, Sto. Tomás se
refiere a ella todavía como la "criada" de la teología.
5. Pero, estrictamente
hablando, la posición de santo Tomás supondrá el fin de la sumisión de lo
filosófico a lo teológico. Esta distinción e independencia entre ellas se irá
aceptando en los siglos posteriores, en el mismo seno de la Escolástica,
constituyéndose en uno de los elementos fundamentales para comprender el
surgimiento de la filosofía moderna.
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